El artículo, que repite casi 900 veces la malsonante frase, incluso en sus figuras explicativas, fue escrito en 2005 por los investigadores David Mazières y Eddie Kohler, de las universidades de Nueva York y Los Ángeles, para protestar con sarcasmo ante las conferencias que envían invitaciones a discreción.
Casi diez años después, el investigador de la Universidad Federal de Australia, Peter Vamplew, ha logrado publicar el trabajo científico en la revista International Journal of Advanced Computer Technology, tal y como asegura la página Scholarly Open Acces. Vamplew respondió a un correo basura de la publicación adjuntando el PDF con el artículo, sin escribir una sola palabra en el mail, y confiando en que el responsable leería el mensaje, por otra parte, bien sencillo de entender.
Sólo puede imaginarse la cara del investigador cuando recibió un correo de la revista, al instante, informándole de que su trabajo había sido aceptado con “cambios menores” (minor changes en inglés). No sólo eso sino que, en una escala del 1 al 5, el paper fue valorado con la máxima calificación: Excelente. La categoría que salió peor parada fue la presentación que, inexplicablemente, obtuvo sólo una calificación de Buena.
La aceptación del artículo implica que Vamplew debe pagar 120,75 euros para ver el trabajo, que ni siquiera es suyo, publicado. Algo que es poco probable que el investigador tenga ganas de hacer.
Lo curioso es que la revista asegura que todos los artículos recibidos superan una revisión por pares (peer review), en la que expertos en la materia (en este caso no queda muy claro cuál) revisan el artículo y valoran el interés de una posible publicación, así como su exactitud y si es necesario cambiar o añadir algo. Aunque a lo largo de la historia han existido otros artículos fraudulentos o de broma que han sido aceptados, incluso en algunas revistas de prestigio, al menos parecían reales a primera vista. En este caso nadie le ha pegado un simple vistazo a un PDF que no dice absolutamente nada, o más bien dice algo 900 veces.
¿Cómo es posible que una publicación científica seria acepte semejante broma? La respuesta es fácil: a pesar de su pomposo nombre, International Journal of Advanced Computer Technology es un fraude, y desde luego no es una revista seria. Este tipo de cabeceras, legales pero carentes de ética, envían incansablemente correos no deseados, en los que ofrecen a los investigadores publicar artículos por un precio.
UN MODELO DE NEGOCIO LEGAL, PERO NO ÉTICO
Publicaciones como la mencionada carecen de índice de impacto, un fiable indicador de la importancia que tiene una publicación científica, y que es actualizado anualmente por el Instituto para la Información Científica (ISI por sus siglas en inglés). Algunas de las revistas más conocidas que lideran la clasificación son Nature, Science y The Lancet.
En otras palabras, estas revistas se aprovechan de la fiebre de la publicación que sufren muchos investigadores, estresados por tener que publicar a toda costa. Panfletos sin ningún tipo de impacto científico, cuyos artículos no pasan el rigurosísimo control que exigen Nature y Science, y que solamente sirven para aumentar el currículum de científicos son muchos escrúpulos a base de billetera.
Estas publicaciones de acceso abierto fueron bautizadas como “depredadoras” por el autor de Scholarly Open Access, Jeffrey Beall, gran crítico de este tipo de revistas. El nombre viene de su agresivo modelo de negocio: bombardear con mails a los investigadores, que luego tienen que pagar si quieren publicar en ellas.
Con la publicación de esta auténtica broma no es la primera vez que estos depredadores hacen el ridículo. En 2011, la revista International Journal of Engineering Research and Applications ganó el premio a “Revista de ingeniería más destacada”. Galardón que habían creado ellos mismos.
Por supuesto, la existencia de estos buitres no evita que existan revistas de acceso libre prestigiosas, como es el caso de PLOS ONE y el resto de publicaciones de la Public Library of Science. Pero sí remarca un problema del sistema científico actual, en el que el ansia por publicar ha llevado a la creación de un modelo de negocio de nula fiabilidad científica y que, demasiado a menudo, cae en el absoluto ridículo.
Periódico Digital El Confidencial